El regreso de la diplomacia

El regreso de la diplomacia

Las relaciones entre México y Canadá, que durante décadas fueron ejemplo de cooperación en el marco del TLCAN y después del TMEC, vivieron en los últimos años un enfriamiento notable. Declaraciones despectivas, negociaciones por separado con Estados Unidos y gestos políticos interpretados como traiciones minaron la confianza. Sin embargo, el reciente acercamiento entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el primer ministro canadiense Mark Carney abre una ventana de oportunidad para reconstruir el diálogo que beneficia a ambos.

La crisis se gestó a finales del año pasado, cuando funcionarios canadienses —incluido el entonces primer ministro Justin Trudeau – , coquetearon con la idea de un acuerdo bilateral con Washington, marginando a México. A ello se sumaron comentarios ofensivos de figuras como Doug Ford, que pusieron sal en la herida. En respuesta, Claudia Sheinbaum congeló el diálogo de alto nivel con Ottawa, dejando la relación en punto muerto.

Hoy, el contexto ha cambiado, y Donald Trump, nuevamente en el centro del tablero comercial, ha castigado a Canadá con aranceles más altos mientras concede a México una prórroga arancelaria estratégica. Carney, consciente de la importancia del bloque norteamericano, ha emprendido una campaña diplomática para recomponer la relación. Desde gestos simbólicos —como elogiar un balón de futbol artesanal regalado por Sheinbaum – , hasta acciones concretas —garantizar que nuevas restricciones al acero no afecten a México – , el mensaje canadiense va en el sentido de que necesitan volver a coordinarse.

El TMEC no solo regula miles de millones de dólares en comercio, también actúa como escudo ante el proteccionismo de Washington. Si el tratado se desintegra o se renegocia sin uno de los socios, la asimetría de poder frente a Estados Unidos pondría en desventaja al país que quede solo en la mesa. México lo sabe y, pese a sus reservas, ha reiterado que quiere preservar el pacto trilateral.

Analistas advierten que la relación se ha manejado, en ambos lados, de forma demasiado bilateral con Estados Unidos. La historia reciente —incluyendo el papel que México jugó en 2018 para mantener el TMEC como un acuerdo trilateral – , demuestra que la unidad es posible, pero requiere voluntad política sostenida.

En un escenario de tensiones comerciales y reacomodos geopolíticos, México y Canadá tienen más que ganar trabajando juntos que compitiendo por el favor de Washington. El acercamiento actual es un paso en la dirección correcta y su éxito dependerá de que ambas capitales fortalezcan sus puntos de acuerdo mediante una intensa diplomacia para recuperar la confianza bilateral.

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