Polonia bajo asedio en la frontera oriental

Polonia bajo asedio en la frontera oriental

Aviones de combate polacos y de otros aliados de la OTAN derribaron la madrugada del miércoles varios drones rusos que ingresaron en el espacio aéreo de Polonia, en el contexto de un ataque masivo contra Ucrania. Más allá de la retórica diplomática de Moscú, la incursión ha sido leída en Varsovia como una violación sin precedentes y una amenaza directa que pone a prueba la solidez de la alianza atlántica.

Es la primera vez desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania que la OTAN dispara en defensa de su territorio. Polonia, miembro clave en el flanco oriental, no solo enfrenta el reto de proteger sus fronteras, sino también de proyectar una señal inequívoca en el sentido de que cualquier intromisión será repelida. Esta acción envía un mensaje al Kremlin, pero también sitúa a Europa en un terreno más resbaladizo, más cerca de una confrontación abierta.

Lo notable es que este desafío externo ha provocado un inusual momento de unidad en Polonia. El presidente Karol Nawrocki, un conservador nacionalista, y el primer ministro Donald Tusk, líder liberal-conservador al frente de un gobierno de centroizquierda, dejaron de lado sus habituales enfrentamientos políticos para presentarse como un frente común. “Si los polacos actúan unidos, son invencibles”, dijo Tusk en el Parlamento, recibiendo aplausos incluso del opositor partido Ley y Justicia. La amenaza compartida ha funcionado, al menos por ahora, como pegamento político interno.

La decisión de invocar el artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte —que obliga a consultas conjuntas cuando un miembro se siente amenazado – , subraya el peso del incidente. Polonia exige a sus aliados algo más que palabras de solidaridad. Pide apoyo tangible en defensa aérea y en reforzamiento militar. No se trata únicamente de un asunto polaco o ucraniano, como insistió Tusk, sino de un desafío sistémico al orden de seguridad europeo.

Moscú, en tanto, niega cualquier intención hostil contra Polonia, pero 19 incursiones aéreas en una sola noche, algunas con restos de drones hallados a cientos de kilómetros de la frontera, ponen en duda sus dichos. Los daños materiales, aunque limitados, confirman que no fue un simple error técnico. Y el contexto importa. Bielorrusia y Rusia inician maniobras militares conjuntas, “Zapad”, que Varsovia teme sean el preludio de nuevas provocaciones.

La situación expone la paradoja en que se encuentra la OTAN. Responder con firmeza sin cruzar el umbral hacia una guerra directa. Cada dron abatido disuade, pero también aumenta el riesgo de una escalada que nadie desea y el equilibrio entre mostrar fuerza y evitar la confrontación total es más delicado que nunca.

Polonia se ha convertido en el termómetro de la seguridad europea. Su frontera oriental es hoy la primera línea frente a la ambición rusa. Si algo ha demostrado este episodio, es que la unidad interna y la cohesión atlántica son la mejor defensa. La pregunta es cuánto tiempo podrán sostenerse antes de que un “incidente” deje de ser controlado y encienda la chispa de una guerra más amplia.

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