Macron frente a la crisis política en Francia

Macron frente a la crisis política en Francia

Francia atraviesa uno de los momentos políticos más convulsos de la era contemporánea. La dimisión de Sébastien Lecornu, apenas 24 horas después de presentar su gabinete y menos de un mes tras asumir como primer ministro, ha dejado al país en el desconcierto institucional y ha evidenciado el agotamiento del proyecto político del presidente Emmanuel Macron. Cuatro jefes de gobierno en un año son la prueba de que el equilibrio macronista entre tecnocracia, pragmatismo y centralismo ya no logra sostenerse.

Lecornu, considerado uno de los más leales colaboradores de Macron, intentó lo que parecía imposible, reconstruir un consenso político en un escenario parlamentario fragmentado y hostil. Su renuncia, justificada por “la imposibilidad de construir un consenso” y su llamado a “poner al país antes que al partido”, no sólo deja un vacío en el gobierno, sino que representa un diagnóstico de la política francesa, caracterizada por el divorcio entre las élites dirigentes y una ciudadanía cada vez más polarizada y escéptica.

La reacción fue inmediata, y desde la extrema derecha, Marine Le Pen exigió elecciones anticipadas y acusó a Macron de haber llevado al país “al final del camino”. Desde la izquierda, la Francia Insumisa y los socialistas coincidieron en pedir la salida del presidente y la reconstrucción de una alianza progresista. El escenario es de confrontación total, sin espacio aparente para los consensos que Lecornu aspiraba a tejer.

El impacto no se limitó a la esfera política y los mercados respondieron con nerviosismo. El índice CAC-40 cayó cerca de 2 por ciento, reflejo del temor ante un vacío de poder en el corazón económico de Europa. La renuncia llega además en un momento crítico en donde Francia enfrenta una deuda pública superior al 114 por ciento del PIB y un déficit creciente que amenaza con convertir al país en el nuevo foco de preocupación fiscal de la Unión Europea.

En el trasfondo, el problema es estructural. La fragmentación política que dejó la última elección legislativa, con más de 320 escaños repartidos entre derecha e izquierda, frente a apenas 210 de los aliados centristas de Macron, ha paralizado la acción del gobierno. Sin mayoría parlamentaria y sin margen de maniobra, el Ejecutivo se ha visto obligado a sobrevivir entre compromisos imposibles, renuncias prematuras y gabinetes efímeros.

La crisis francesa es también un espejo de la crisis europea por la pérdida de fe en el centro político, el ascenso de los populismos y la dificultad de las democracias liberales para responder a los desafíos económicos y sociales sin fragmentarse. Macron, que llegó al poder como el gran reformista que uniría a Francia, se enfrenta ahora al riesgo de pasar a la historia como el presidente que perdió el control de su país.

El Palacio del Elíseo busca un nuevo primer ministro tratando de que Francia no se desborde al abismo político, pero la pregunta que ha surgido es ya no quién sucederá a Lecornu, sino si el propio Macron podrá resistir la tormenta que él mismo contribuyó a desatar.

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