El bitcoin atraviesa una racha histórica. El pasado viernes, la criptomoneda más conocida del mundo superó los 118 mil dólares, impulsada por una combinación de factores económicos, políticos y regulatorios que reconfiguran su papel dentro del sistema financiero global. El auge no es producto del azar, sino de una conjunción estratégica. El crecimiento sostenido de los ETF de bitcoin al contado, la debilidad del dólar estadounidense y un giro político encabezado por el presidente Donald Trump, quien ahora se muestra como un férreo defensor del ecosistema cripto.
El ascenso de los ETF al contado —que permiten a los inversionistas tradicionales acceder a bitcoin sin tener que adquirir la criptomoneda directamente – , ha democratizado la inversión y abierto la puerta a flujos de capital sin precedentes. Grandes firmas han registrado ingresos récord, lo que ha incentivado aún más la entrada de capital institucional al sector. Este fenómeno ha elevado la legitimidad del bitcoin y ha estabilizado, al menos temporalmente, su volatilidad histórica.
A este impulso económico se suma el cambio de clima político en Washington. A partir del 14 de julio, la Cámara de Representantes debatirá tres proyectos clave para regular las criptomonedas, algo que la industria lleva años esperando. Entre ellos destaca la Ley GENIUS, orientada a establecer reglas claras para las stablecoins, con protecciones para los consumidores y respaldo normativo. Es una señal inequívoca de que Estados Unidos quiere dejar de mirar desde la barrera y asumir un papel protagonista en la revolución financiera digital.
Trump, quien durante su primer mandato se mostró escéptico ante las criptomonedas, ha modificado radicalmente su postura. En su campaña de reelección se alió con importantes actores del sector, y ahora impulsa iniciativas como el “ETF Crypto Blue Chip” a través de su grupo empresarial. La industria ha respondido alineándose con sus intereses y canalizando financiamiento político con una intensidad pocas veces vista.
Pero más allá de la euforia, la buena racha del bitcoin también hay que tomarla con calma. El nuevo marco regulatorio será muy importante para determinar si esta bonanza se traduce en estabilidad a largo plazo o si solo representa un ciclo más dentro de la volatilidad crónica del sector. Lo que es innegable es que el bitcoin ha dejado de ser una curiosidad de nicho y hoy es una fuerza con peso económico, influencia política y poder simbólico en la reconfiguración del sistema financiero internacional.