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¿Cómo va la economía? Esto dice el FMI

El Fondo Monetario Internacional lanzó una advertencia. La economía mundial sigue navegando en aguas turbias. A pesar de señales de mejora en el comercio global y una leve relajación en las condiciones financieras, los nubarrones no desaparecen del horizonte económico. Las tensiones comerciales, en especial entre grandes potencias como Estados Unidos y China, continúan empañando las perspectivas de crecimiento.

Gita Gopinath, subdirectora gerente del FMI, lo expresó sin rodeos. La incertidumbre sigue elevada y los riesgos a la baja dominan el panorama. Esta evaluación cobra especial relevancia ahora que los aranceles estadounidenses han alcanzado niveles no vistos en un siglo. En abril, el organismo ya había recortado sus previsiones de crecimiento global a 2.8 por ciento para 2025, una cifra preocupantemente baja, atribuida principalmente a estas fricciones comerciales.

El mensaje es que mientras los gobiernos persistan en políticas proteccionistas, la economía mundial seguirá pagando los costos. La acumulación previa a los aumentos arancelarios puede dar una ilusión de dinamismo, pero es un impulso artificial y de corto plazo. El verdadero problema está en construir las condiciones para el crecimiento, algo que, según el FMI, solo es posible si se reduce el gasto público desmedido, se encauza la deuda y se respetan las decisiones autónomas de los bancos centrales.

En este contexto, los mercados emergentes enfrentan una situación particularmente delicada, pues aunque los flujos de capital han mostrado cierta resistencia, las condiciones de financiamiento siguen siendo difíciles. Para los países más vulnerables, la reestructuración ordenada y temprana de la deuda no es solo una opción, sino una necesidad urgente.

La recomendación del FMI al G20 es tan técnica como política, y consiste en dejar de lado las disputas comerciales, priorizar la estabilidad interna y fortalecer la cooperación internacional. No se trata solo de proteger los indicadores macroeconómicos, sino de evitar un escenario donde la desaceleración se vuelva estructural y arrastre consigo el empleo, la inversión y el bienestar de millones de personas.

La economía mundial no está al borde del colapso, reconforta el FMI, pero tampoco puede darse el lujo de la complacencia. Las advertencias del Fondo deben tomarse en serio. Ignorarlas sería como avanzar hacía la tormenta sin las debidas precauciones.

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