La derrota de Milei

La derrota de Milei

La derrota de Javier Milei en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires revela un escenario mucho más complejo para el presidente de lo que él mismo imaginaba. La provincia no es solo el mayor distrito electoral del país, sino el verdadero termómetro de la política nacional. Que Fuerza Patria —alianza peronista – se haya impuesto con casi el 47 por ciento de los votos frente al 34 de La Libertad Avanza no es una simple victoria opositora, sino un golpe directo al corazón del movimiento libertario de Milei.

El peronismo, fragmentado y cuestionado tras años de desgaste, encontró en esta elección un punto de cohesión. La imagen de Cristina Fernández, saludando desde su balcón en prisión domiciliaria, funcionó como símbolo de resistencia y reivindicación. El mensaje en redes, “¿Viste Milei?”, sintetizó con crudeza la lectura política de la jornada, en el sentido de que la narrativa disruptiva y antisistema del presidente ya no alcanza para contener el descontento popular frente a sus políticas.

El oficialismo trató de blindar la elección provincial con la narrativa de que se jugaba el futuro del país. El propio Milei reconoció la derrota, aunque insistió en que “no se retrocede ni un milímetro” en el rumbo económico. La declaración es coherente con su estilo desafiante, ideológicamente radical y dispuesto a redoblar la apuesta incluso en la adversidad. Pero ese gesto, que en campaña podía interpretarse como firmeza, ahora corre el riesgo de sonar a sordera política.

El resultado en Buenos Aires tiene múltiples lecturas. Primero, confirma que el ajuste económico -con inflación persistente, recesión y deterioro del poder adquisitivo-, golpea de lleno en los sectores populares y medios, donde el peronismo mantiene su base más sólida. Segundo, revela que la promesa de “dinamitar la casta” pierde fuerza cuando la realidad diaria está marcada por la incertidumbre y la falta de respuestas. Y tercero, deja en evidencia la fragilidad de la alianza con sectores que no lograron capitalizar el voto opositor al kirchnerismo y terminaron subordinados a una derrota compartida.

Más allá de lo electoral, la derrota de Milei en la provincia más importante del país reconfigura el tablero de cara a las elecciones nacionales de octubre. Si el peronismo logra capitalizar el triunfo y consolidar una narrativa de defensa del pueblo, podría proyectar un escenario de recuperación nacional que hasta hace pocos meses parecía improbable. Para Milei, en cambio, el desafío es mayúsculo, pues tendrá que sostener un programa económico profundamente impopular sin el respaldo político suficiente para impulsarlo en el Congreso.

La derrota de Milei en Buenos Aires no es un tropiezo menor. Es un recordatorio de que gobernar exige más que discursos incendiarios y promesas de ruptura. La política, en Argentina, sigue teniendo su epicentro en el conurbano bonaerense, y allí el mileísmo acaba de recibir la advertencia de que sin resultados palpables, el relato libertario puede empezar a desmoronarse más rápido de lo esperado.

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