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Italia y la rebelión de la prensa
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Italia y la rebelión de la prensa

Italia y la rebelión de la prensa
1 diciembre, 2025

Italia y la rebelión de la prensa

La huelga que este fin de semana paralizó a los principales medios italianos no es un episodio aislado ni un gesto simbólico más en el ciclo de tensiones entre periodistas y editores. Es, en realidad, el síntoma más visible de una crisis estructural que lleva años gestándose en silencio. Italia, un país con una sólida tradición periodística y con un ecosistema mediático históricamente plural, enfrenta hoy una rebelión de su prensa que va mucho más allá de una disputa laboral.

La Federación Nacional de la Prensa Italiana planteó que las reducciones de personal, la precarización creciente y el estancamiento contractual han deteriorado no solo las condiciones de quienes ejercen la profesión, sino también la calidad democrática de la información. Cuando un contrato laboral permanece congelado durante una década, en un entorno donde surgieron nuevas profesiones digitales, modelos híbridos de producción de contenidos y el uso masivo de inteligencia artificial, la brecha entre la realidad y la normativa es insostenible.

La huelga evidencia que el periodismo italiano se sostiene cada vez más sobre trabajadores freelance o temporales, sujetos a remuneraciones insuficientes y a una lógica de explotación que erosiona la independencia. Un periodista mal pagado es un periodista vulnerable; un medio que recorta sin estrategia es un medio debilitado; y un país que normaliza esa precariedad compromete uno de los pilares esenciales de su democracia, como lo es el derecho ciudadano a una información libre, diversa y verificada.

La respuesta de la Federación Italiana de Editores de Periódicos, que acusa a la Federación Nacional de la Prensa de frenar las negociaciones y de oponerse a medidas para fortalecer las redacciones, revela la distancia entre ambos actores. Los editores se presentan como defensores de la calidad informativa, pero lo hacen mientras continúan aplicando recortes y aprovechando subsidios estatales sin que ello se traduzca en fortalecimiento de las redacciones. El argumento, por tanto, luce incompleto.

La disputa llega en un contexto particularmente sensible. Apenas en julio de 2024, organizaciones periodísticas italianas solicitaron a la Comisión Europea investigar el estado de la libertad de prensa en el país ante señales crecientes de presión política y económica. La huelga, entonces, no solo denuncia precariedad laboral, sino también expone un ecosistema mediático bajo tensión y un modelo de financiamiento que ya no garantiza independencia.

Italia está ante una encrucijada. O redefine las reglas del periodismo del siglo XXI, protegiendo los derechos laborales, regulando con inteligencia el uso de la IA y asegurando diversidad informativa, o corre el riesgo de convertir su prensa en un espacio cada vez más estrecho, frágil y vulnerable a intereses ajenos al bien público. La rebelión de los periodistas no es un caso menor, es un grito de supervivencia de la democracia italiana.

Reacomodo mediático en Reino Unido
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Reacomodo mediático en Reino Unido

Reacomodo mediático en Reino Unido
24 noviembre, 2025

Reacomodo mediático en Reino Unido

El anuncio de que el grupo Daily Mail and General Trust alcanzó un acuerdo por 500 millones de libras -unos 650 millones de dólares- para adquirir The Telegraph ha sacudido el panorama mediático británico. No se trata únicamente de una transacción empresarial de gran escala, es un reacomodo en la correlación de fuerzas informativas de ese país, con implicaciones que trascienden el ámbito económico para incidir en la esfera política y cultural.

La operación coloca a los compradores, propietarios de Daily Mail, The Mail on Sunday, Metro y New Scientist, en el centro del ecosistema mediático conservador del Reino Unido. Con la incorporación de The Daily Telegraph, uno de los diarios más influyentes del país y un referente del pensamiento conservador tradicional, el conglomerado ampliaría su capacidad de fijar agenda y moldear narrativas en momentos en que la opinión pública británica atraviesa tensiones profundas y una recomposición del liderazgo conservador, debates sobre migración, y el peso de la austeridad en la vida cotidiana.

El camino hacia este acuerdo no fue lineal. La retirada reciente de RedBird Capital Partners, que en 2023 había logrado adquirir Telegraph Media Group junto con el grupo IMI antes de la intervención del Gobierno británico, dejó al diario a la expectativa. Westminster frenó la inversión alegando preocupaciones sobre la influencia extranjera en medios nacionales, apuntando particularmente al respaldo de Abu Dhabi en IMI. Aunque RedBird buscó un esquema revisado que limitara la participación extranjera al 15 por ciento, el proceso regulatorio avanzó con demasiada lentitud y el proyecto naufragó entre dudas internas, incluida la resistencia dentro de la propia redacción de The Telegraph, además de las presiones políticas.

La compra por parte de DMGT, en cambio, parece alinearse con las exigencias regulatorias. El grupo aseguró que no habrá capital de estados extranjeros, lo que evita cuestionamientos sobre injerencia externa en un sector especialmente sensible. Además, se comprometió a preservar la independencia editorial de The Daily Telegraph, una garantía que, si bien habitual en este tipo de anuncios, deberá probarse en la práctica.

Más allá de los equilibrios formales, el acuerdo abre interrogantes sobre la pluralidad mediática. ¿Puede la concentración reforzar la diversidad de voces dentro del espectro conservador, o más bien homogenizarlas? En un momento en que los medios tradicionales buscan sobrevivir a la fragmentación digital, la tendencia hacia grandes conglomerados puede verse como una estrategia de estabilidad. Pero también conlleva el riesgo de reducir matices editoriales y limitar la competencia narrativa.

El reacomodo mediático en Reino Unido apenas comienza. La exclusividad pactada para finalizar la operación augura semanas de negociaciones intensas. Lo evidente, por ahora, es que la disputa por The Telegraph ha puesto en primer plano algo más profundo, como la batalla por definir quién influye y cómo en la conversación pública de una democracia en plena redefinición política e ideológica.

La IA que desplazará al smartphone
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La IA que desplazará al smartphone

La IA que desplazará al smartphone
13 octubre, 2025

La IA que desplazará al smartphone

Durante más de una década y media, el smartphone ha sido el eje de nuestra vida digital. Ha moldeado nuestra manera de comunicarnos, informarnos y trabajar, pero también ha revelado sus límites. La saturación de pantallas, la dependencia constante y la atención fragmentada. Hoy, la industria tecnológica parece prepararse para un cambio profundo. La alianza entre Sam Altman, CEO de OpenAI, y el diseñador Jony Ive, responsable de algunos de los productos más icónicos de Apple, sugiere que estamos al borde de una nueva era, la de los dispositivos impulsados por inteligencia artificial.

En su más reciente conferencia, OpenAI dejó entrever que trabaja en una serie de productos que podrían redefinir la relación entre las personas y la tecnología. No se trataría de una evolución del teléfono o de la computadora, sino de una categoría completamente nueva de hardware. Estos dispositivos, aún en desarrollo, buscarían integrarse de forma más orgánica a la vida cotidiana, aprovechando micrófonos, cámaras y sensores para percibir el entorno y adaptarse al usuario sin necesidad de pantallas.

La visión detrás de este proyecto parece liberar a las personas de la interacción visual constante con los dispositivos. En lugar de depender de pantallas, la tecnología se apoyaría en la voz, el contexto y la comprensión del lenguaje para ofrecer una experiencia más fluida, menos invasiva y más humana. El objetivo no sería aumentar la productividad mediante más notificaciones o aplicaciones, sino transformar la forma en que convivimos con la tecnología, haciendo que esta se vuelva más empática y menos demandante.

La propuesta también tiene un trasfondo filosófico. Si el smartphone simbolizó la era de la conexión permanente, el siguiente paso podría enfocarse en recuperar la atención y la calma que la tecnología nos arrebató. Los nuevos dispositivos buscarían fomentar un vínculo más saludable, donde la inteligencia artificial actúe como una extensión del pensamiento humano, no como una distracción constante.

Aunque los detalles técnicos y los plazos de lanzamiento siguen siendo inciertos, la dirección es evidente frente a una interfaz tradicional en declive. Lo que viene después del smartphone no será necesariamente un aparato más potente, sino uno más invisible, capaz de mezclarse con el entorno y adaptarse a nuestras emociones y necesidades.

El futuro de la tecnología personal podría dejar de centrarse en la pantalla para centrarse en la experiencia. En esa transición, la inteligencia artificial no sería solo una herramienta, sino una nueva forma de presencia. Una que acompaña sin interrumpir, escucha sin exigir y nos permite, por fin, mirar más allá del teléfono.

La caída de Nicolas Sarkozy
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La caída de Nicolas Sarkozy

La caída de Nicolas Sarkozy
25 septiembre, 2025

La caída de Nicolas Sarkozy

El ocaso político de Nicolas Sarkozy está marcado no por el debate de ideas o la derrota en las urnas, sino por los tribunales. La condena del expresidente francés a cinco años de prisión, de los cuales dos son firmes, por el caso de la presunta financiación ilegal de su campaña de 2007 con fondos libios, constituye un golpe sin precedentes a la imagen de la Quinta República y a la idea de que el poder presidencial está blindado frente a la justicia.

Sarkozy gobernó Francia entre 2007 y 2012 con el discurso del orden y la autoridad moral; ahora, es el primer exmandatario que enfrenta la posibilidad real de dormir en una celda. No se trata de un caso aislado, ya que la sentencia se suma a otras dos condenas anteriores por corrupción y financiación ilícita, lo que dibuja un patrón de conducta más que un episodio fortuito. La narrativa del expresidente, que se presenta como víctima de un ensañamiento judicial, choca con la acumulación de procesos, testimonios y pruebas que, aunque no siempre concluyentes, dejan tras de sí la sombra de una relación turbia entre la política francesa y regímenes cuestionables como el de Muamar Kadafi.

El caso Sarkozy revela un dilema central para las democracias consolidadas. ¿Qué ocurre cuando los líderes que encarnaron al Estado terminan degradando su legitimidad? La condena no sólo afecta al individuo, sino que erosiona la confianza de la ciudadanía en las instituciones y alimenta el discurso que denuncia un sistema supuestamente manipulado por jueces y élites hostiles. Marine Le Pen no tardó en aprovechar la coyuntura, presentando la condena como un atentado contra la presunción de inocencia, pese a cargar ella misma con procesos judiciales.

La figura de Sarkozy nunca dejó de ser polarizante. Para sus seguidores, sigue siendo un referente de la derecha capaz de tender puentes con el actual presidente Emmanuel Macron; para sus detractores, es el símbolo de un poder arrogante que confundió liderazgo con impunidad.

Francia, con su larga tradición republicana, ha querido demostrar que nadie está por encima de la ley. Sin embargo, el modo en que este proceso se desarrolle será clave para no dar argumentos a quienes, como Sarkozy, se quejan de una “injusticia insoportable”. La independencia judicial debe ser firme, pero también transparente, sin dejar resquicios para sospechas de revancha política.

La cárcel para Sarkozy no es solo la caída de un expresidente; es un recordatorio de que el poder sin control degenera, incluso en democracias consolidadas. En tiempos en que la política europea se sacude entre el populismo y la desconfianza ciudadana, Francia enfrenta el reto de mostrar que la justicia puede actuar sin debilitar a la República. El desenlace marcará si este episodio se recuerda como una página oscura de decadencia política o como la reafirmación del Estado de derecho.

Google y la batalla antimonopolio
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Google y la batalla antimonopolio

Google y la batalla antimonopolio
3 septiembre, 2025

Google y la batalla antimonopolio

El fallo de un juez federal en Estados Unidos contra Google tiene implicaciones en la lucha global por regular a las grandes tecnológicas. Aunque el juez Amit Mehta rechazó la petición del gobierno de forzar la venta del navegador Chrome, sí impuso restricciones que buscan abrir la competencia en las búsquedas en línea, un terreno que durante más de dos décadas ha sido prácticamente monopolizado por el gigante de Mountain View.

La decisión es histórica no solo porque es el mayor revés legal para Google desde su consolidación como líder indiscutible en internet, sino porque revive un debate que parecía olvidado. ¿Cómo limitar el poder de plataformas digitales que se han vuelto infraestructuras muy importantes para la vida moderna?

Google ha construido su hegemonía mediante acuerdos multimillonarios que garantizan su motor de búsqueda como predeterminado en dispositivos de Apple, Samsung y otros fabricantes. El juez Mehta reconoció que estos contratos blindaron a la empresa frente a rivales potenciales, pero se negó a desmantelar ese ecosistema de raíz. En su lugar, obligó a la compañía a compartir con competidores calificados datos de índice de búsqueda e interacciones de usuarios.

En Google advirtieron que compartir esos datos podría facilitar la ingeniería inversa de su tecnología, debilitando sus ventajas competitivas. Pero desde la perspectiva del consumidor, el acceso a un mercado más diverso de motores de búsqueda podría significar mayor innovación, mejores opciones y, quizás, un internet menos centrado en una sola compañía.

La decisión también refleja las limitaciones del aparato regulatorio estadounidense frente a corporaciones cuyo tamaño y complejidad desafían la lógica tradicional del derecho antimonopolio. Ordenar la venta de Chrome —como pedía el Departamento de Justicia – habría implicado un terremoto tecnológico y financiero. Mehta prefirió un enfoque gradualista, evitando lo que calificó como un remedio “increíblemente desordenado y altamente riesgoso”.

El fallo, además, anticipa la próxima gran batalla que representa la inteligencia artificial. El juez incluyó medidas para impedir que Google replique en el naciente mercado de los chatbots lo mismo que hizo en la búsqueda web. Con ello, reconoce que la IA generativa puede convertirse en el nuevo terreno de monopolización tecnológica y que los reguladores no pueden darse el lujo de llegar tarde otra vez.

Paradójicamente, las acciones de Alphabet subieron tras conocerse la sentencia. El mercado interpretó que Google esquivó el peor de los escenarios que representaba el desmantelamiento de Chrome. Para Apple, el fallo fue incluso mejor, pues sus contratos multimillonarios con Google permanecen prácticamente intactos.

El hecho es que en Estados Unidos están dispuesto a confrontar a las big tech, pero lo hará con bisturí. Falta ver si estas medidas bastan para equilibrar la competencia o si, dentro de algunos años, estaremos presenciando una nueva versión del mismo problema, ahora con la inteligencia artificial como campo de batalla.

Los altibajos del bitcoin
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Los altibajos del bitcoin

Los altibajos del bitcoin
15 agosto, 2025

Los altibajos del bitcoin

En el mundo de las criptomonedas, las cosas pueden cambiar de dirección en cuestión de horas. Este jueves, el bitcoin operaba alrededor de los 118,200 dólares, luego de tocar un máximo histórico de 124,200 apenas el día anterior. La caída cercana al 5 por ciento en menos de 24 horas es un recordatorio de la incertidumbre y la inestabilidad en la que opera su cotización.

La reciente racha alcista del bitcoin ha estado impulsada por un clima regulatorio favorable en Estados Unidos. La aprobación de la ley Genius y la apertura de los fondos de pensiones a inversiones en criptoactivos han sido percibidas como señales de legitimidad institucional.

Las declaraciones del secretario del Tesoro, Scott Bessent, de que el gobierno estadounidense no comprará más bitcoin para su reserva estratégica, actuaron como un freno de mano sobre el mercado. La noticia contrastó con la narrativa previa de la Casa Blanca, que hasta hace semanas hablaba de adquirir la mayor cantidad posible. Aunque Bessent aseguró que la reserva continuará creciendo mediante incautaciones y que dejarán de vender sus tenencias, el solo hecho de cancelar compras activas enfrió los ánimos.

La reacción inmediata del mercado fue una venta masiva que arrastró no solo al bitcoin, sino al resto del ecosistema cripto. Ethereum avanzó tímidamente (0.59 por ciento), pero XRP y Solana cerraron en rojo. El valor total del mercado cripto retrocedió 3.3 por ciento en un solo día, mientras el volumen de operaciones se disparó casi 20 por ciento, derivado de que muchos decidieron asegurar ganancias antes de un posible retroceso mayor.

Este episodio es un recordatorio de que el activo de las criptomonedas va de la mano de una volatilidad extrema. Cada nueva regulación, comentario oficial o movimiento institucional puede provocar giros bruscos.

Para los inversores, apostar por el bitcoin es aceptar el hecho de que “máximos históricos” son fotografías efímeras y no promesas de valor en alza permanente. La madurez de este mercado no se medirá solo por el precio, sino por su capacidad de resistir y adaptarse a las regulaciones y a las expectativas.

Hoy más que nunca, el bitcoin es un termómetro de la confianza en el futuro financiero descentralizado. Pero, como todo termómetro, lo importante no es solo leer la temperatura, sino entender qué la provoca.

La discrepancia de Alemania
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La discrepancia de Alemania

La discrepancia de Alemania
6 agosto, 2025

La discrepancia de Alemania

El ministro alemán de Economía, Lars Klingbeil, ha puesto sobre la mesa una preocupación latente dentro de la Unión Europea: su debilidad en las negociaciones comerciales con Estados Unidos. Klingbeil, en su visita a Washington, no escondió su incomodidad con los términos del acuerdo alcanzado en julio, que si bien evitó una escalada arancelaria total, dejó muchos temas abiertos, especialmente en sectores estratégicos como el acero y el aluminio, donde los gravámenes aún alcanzan el 50 por ciento.

La postura del ministro no es un simple acto de desahogo político, sino un mensaje sobre una Europa que no puede seguir negociando desde una posición de fragilidad. Aunque insistió en que el objetivo no es enfrentarse a Estados Unidos, sí abogó por un diálogo más equilibrado, uno en el que Europa llegue con mayor cohesión interna, firmeza institucional y visión estratégica. La afirmación de que “debemos ser más fuertes” no es solo un diagnóstico, es también una propuesta para el resto de la comunidad europea.

Lo que está en juego no es solo la letra pequeña de un tratado comercial, sino el papel que la Unión Europea quiere jugar en el tablero geopolítico global. Mientras Estados Unidos avanza en defensa de sus intereses, Europa parece a menudo más preocupada por evitar el conflicto que por defender sus prioridades. Este enfoque ha generado frustración tanto en los socios industriales europeos como en los ciudadanos, que observan cómo sus gobiernos aceptan acuerdos que no siempre los benefician equitativamente.

Los datos económicos refuerzan esta inquietud. El índice de confianza empresarial Sentix en la eurozona cayó de forma inesperada en agosto, pasando de 4.5 a -3.7, una señal de que el sector privado tampoco ve con buenos ojos lo pactado. Esto sugiere que la percepción empresarial es que Europa cedió más de lo necesario.

La discrepancia alemana no debe interpretarse como un ataque a Bruselas, sino como un llamado de atención. Alemania, como motor económico de la UE, tiene el deber —y el derecho – , de exigir una política comercial más audaz y cohesionada. La Comisión Europea, como órgano negociador, necesita reevaluar sus métodos y reforzar su posición con el respaldo firme de sus Estados miembros.

Klingbeil no pidió confrontación, pidió claridad. Y en tiempos donde el equilibrio global se redefine, esa claridad es más urgente que nunca.

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La ONU y Medio Oriente

27 julio, 2025

La ONU y Medio Oriente

Los ataques estadounidenses a las instalaciones nucleares iraníes, han vuelto a colocar a la ONU —y en particular a su Consejo de Seguridad – , en el centro de una disputa global que desafía tanto su legitimidad como su eficacia. La respuesta del secretario general, Antonio Guterres, urgió un alto al fuego inmediato e incondicional, y el regreso a las negociaciones sobre el programa nuclear iraní. Pero, una vez más, el equilibrio de poder dentro del Consejo amenaza con paralizar cualquier acción concreta.

La situación es crítica por múltiples razones. En primer lugar, los ataques representan una peligrosa escalada que podría arrastrar a toda la región a un conflicto abierto. En segundo, la decisión de Washington de actuar unilateralmente, en coordinación con Israel, revive los peores fantasmas del intervencionismo militar en Medio Oriente, evocando la guerra en Irak de 2003. Así lo expresó el embajador ruso, Vassily Nebenzia, al comparar la retórica actual con la de Colin Powell ante la ONU antes de la invasión de Irak, cuando se justificó la acción militar con pruebas luego desacreditadas.

Desde luego, Estados Unidos sostiene que su ofensiva busca evitar que Irán obtenga armas nucleares, denunciando la falta de transparencia del régimen iraní. Pero ese argumento, sin una verificación internacional independiente, tiene poca legitimidad para muchos miembros del Consejo, sobre todo tras el colapso del acuerdo nuclear que Trump abandonó en 2018.

La posición de Rusia, China y Pakistán al proponer una resolución de alto al fuego refleja un consenso emergente entre potencias que apuestan por la vía diplomática. Sin embargo, sin el apoyo de Estados Unidos —miembro permanente con poder de veto – , la resolución no tiene futuro. El sistema multilateral parece así rehén de los intereses nacionales de sus principales actores.

El conflicto pone a prueba la credibilidad de la ONU. ¿Puede el Consejo de Seguridad actuar como garante de la paz si sus miembros permanentes bloquean cualquier iniciativa contraria a sus intereses? ¿O está condenado a ser un foro de discursos, incapaz de frenar la violencia cuando más se necesita?

La ONU, pese a su parálisis recurrente, sigue siendo el único espacio donde se confrontan abiertamente las narrativas del poder global. Su debilidad actual no debe hacernos olvidar que su potencial radica en la capacidad para negociar, mediar, contener. Pero eso exige voluntad política real, no solo gestos simbólicos.

Mientras tanto, la población de Medio Oriente —no olvidemos Gaza – , paga el precio de los juegos geopolíticos. Las guerras preventivas nunca han traído paz duradera a la región. Solo el retorno al diálogo y el respeto al derecho internacional ofrecen una salida. Lo demás, es repetir los errores del pasado.

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La cumbre del G7: lo que viene

27 julio, 2025

La cumbre del G7: lo que viene

La reunión del G7 que inicia este domingo en Kananaskis, Canadá, promete ser una de las más tensas y decisivas en la historia reciente del foro. Más allá de la belleza del paisaje y del protocolo diplomático, los líderes de las principales democracias industriales del mundo se congregan en un momento de extrema volatilidad geopolítica y reacomodo estratégico, con un actor central y disruptivo: Donald Trump.

Con la economía mundial mostrando señales de fragilidad, y con múltiples frentes abiertos —desde la guerra en Ucrania hasta la creciente inestabilidad en Medio Oriente – , la cumbre será una prueba de fuego para las alianzas tradicionales que han sostenido el orden internacional desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La reaparición de Trump en el escenario internacional no sólo reabre viejas heridas, sino que amenaza con dinamitar los consensos que aún subsisten.

Uno de los principales focos será el futuro del comercio mundial. Trump, al imponer aranceles a sus principales socios —incluyendo Canadá y México – ha debilitado acuerdos clave como el T-MEC, generando incertidumbre entre inversionistas y gobiernos. En paralelo, su exigencia de que Europa asuma mayores costos en la defensa de Ucrania apunta a una agenda unilateralista que resuena con su consigna de América primero.

El primer ministro canadiense, Mark Carney, ha ampliado el alcance de la cumbre invitando a países emergentes como India, Brasil, Sudáfrica y México. Esta apertura sugiere una apuesta por diversificar el diálogo global ante la posibilidad de que el G7, tal como lo conocemos, pierda su centralidad si no logra adaptarse al nuevo equilibrio multipolar.

Funcionarios canadienses ya anticipan la dificultad de emitir un comunicado conjunto, una tradición de estas cumbres que simboliza la unidad del grupo. Si no se logra una declaración firme sobre Ucrania o Gaza, el mensaje será claro: el liderazgo occidental está dividido.

La atención también se centrará en las reuniones bilaterales. Las conversaciones entre Trump y Claudia Sheinbaum, así como con Carney, podrían redefinir el rumbo del T-MEC o, al menos, marcar líneas rojas para los meses venideros. Pero la sombra del desacuerdo es larga, y el historial de confrontaciones de Trump con sus aliados alimenta el escepticismo.

Más allá de la foto oficial, esta cumbre del G7 pondrá a prueba la resistencia del sistema internacional frente a la nueva política exterior de Estados Unidos. Lo que está en juego no es solo una declaración conjunta, sino el futuro mismo de la cooperación global.

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La guerra de las plataforma

27 julio, 2025

La guerra de las plataforma

En el campo de batalla digital, una nueva guerra silenciosa se libra entre gigantes tecnológicos. En mayo, ChatGPT rebasó por primera vez a la plataforma X en tráfico global, según datos de Similar Web. Los números registran 5.49 mil millones de visitas contra 4.39 mil millones. La estadística coloca a ChatGPT en el selecto grupo de los cinco sitios más visitados del mundo, junto a Google, YouTube, Facebook e Instagram. Pero esta no es solo una carrera de cifras. Es una lucha por el futuro mismo del internet.

Mientras X permanece anclado en el modelo clásico de red social —dependiente del efecto red y del volumen de usuarios conectados — , ChatGPT representa una nueva lógica basada en la interacción personalizada y constante. Donde X ofrece un torrente de opiniones, contenido viral y discusiones fugaces, ChatGPT brinda respuestas, compañía y productividad en un mismo espacio, sin necesidad de validación social ni juicios externos.

La escalada no es accidental. ChatGPT no solo automatiza tareas, también conversa, entretiene y acompaña. Integra lo que hasta ahora eran tres mundos separados: productividad, redes sociales y entretenimiento. Es una interfaz que reemplaza múltiples apps con una sola conversación continua. ¿Investigación para un informe? ¿Consejo para una ruptura? ¿Un juego improvisado? Todo ocurre en el mismo flujo de la conversación.

Este modelo no solo amenaza a X. Plataformas como Google, Facebook, LinkedIn o incluso Netflix ven cómo su propuesta de valor se diluye frente a una inteligencia artificial que recuerda preferencias, ofrece experiencias contextuales y está disponible 24/7. Para millones de usuarios, la pregunta ya no es “¿qué aplicación debo abrir?”, sino “¿qué le quiero preguntar a ChatGPT hoy?”.

La guerra entre ChatGPT y X no es de declaraciones ni boicots, sino de diseño. Mientras X busca retener usuarios a través de polarización, tendencia y viralidad, ChatGPT conquista por utilidad, empatía y eficiencia. El primero promueve el grito. El segundo, el diálogo.

Esta transición redefine el diseño de software, las prioridades de las plataformas y la alfabetización digital. Aprender a interactuar con una IA conversacional será tan esencial como saber usar un buscador en la década pasada. Las empresas que no integren esta lógica, quedarán obsoletas.

La inteligencia artificial en América Latina
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La inteligencia artificial en América Latina

La inteligencia artificial en América Latina
27 julio, 2025

La inteligencia artificial en América Latina

Aunque para muchos la inteligencia artificial sigue siendo una idea abstracta asociada con robots o asistentes virtuales, la realidad en América Latina ya está muy lejos de esa percepción. De forma silenciosa, la IA está transformando las entrañas del mundo empresarial en la región. Según el estudio La inteligencia artificial en América Latina de la consultora NTT Data, uno de cada cuatro negocios ya integra esta tecnología en sus operaciones cotidianas, no como una moda, sino como una estrategia de crecimiento.

Este cambio no es menor. Industrias clave como la banca, la tecnología, salud, minería, energía y alimentos están adoptando la IA para hacer más eficientes sus procesos, reducir costos y acelerar la innovación. La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa para convertirse en un diferenciador competitivo. De hecho, el 73.91 por ciento de las organizaciones encuestadas considera que la IA tradicional tiene un alto potencial transformador, y más del 90 reconoce beneficios concretos de la IA generativa.

La inteligencia artificial permite automatizar tareas repetitivas, anticipar comportamientos del mercado, personalizar servicios y tomar decisiones basadas en grandes volúmenes de datos. En una región que históricamente ha enfrentado desafíos estructurales de productividad, tecnología y competitividad, esta tecnología aparece como una palanca poderosa para cerrar brechas y acelerar el desarrollo.

El estudio de NTT Data identifica también una barrera crítica en la falta de talento especializado. Casi 45 por ciento de las empresas señala esta carencia como el mayor impedimento para avanzar, especialmente en lo que respecta a IA generativa. Además, la escasez de datos de calidad y la falta de claridad estratégica siguen siendo problemas que se tienen que superar. A esto se suman preocupaciones sobre el retorno de inversión, los costos de implementación y el mantenimiento de estas soluciones.

La paradoja es clara, ya que mientras las herramientas están disponibles y su valor es reconocido, aún faltan las condiciones necesarias para su adopción masiva. Resolver estos pendientes exige un compromiso tanto del sector privado como de los gobiernos. Invertir en educación tecnológica, promover políticas de innovación y facilitar marcos éticos y regulatorios es urgente para no quedar rezagados.

En México, por ejemplo, más de la mitad de las empresas planea aumentar su inversión en inteligencia artificial generativa en los próximos años. Esto sugiere que estamos ante un punto de inflexión: la IA ya no es un experimento aislado en departamentos de tecnología, sino una apuesta estratégica de alto nivel.

La inteligencia artificial en América Latina ya no es el futuro, sino el presente. Y las empresas que comprendan esto a tiempo serán las que definan el rumbo de los negocios en los próximos años. La transformación no es opcional; es inevitable. La pregunta no es si debemos adaptarnos, sino cuánto estamos dispuestos a invertir —en talento, infraestructura y visión — para liderar este nuevo paradigma.

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Trump vs. Musk: La tormenta perfect

27 julio, 2025

Trump vs. Musk: La tormenta perfect

La alianza entre Donald Trump y Elon Musk parecía hecha a la medida. Un presidente que desafía las normas políticas y un magnate tecnológico que juega a ser estadista. Ambos construyeron una relación simbiótica basada en el espectáculo, la conveniencia y una narrativa de “gobierno disruptivo”. Pero las cosas se complicaron y la relación explotó públicamente con consecuencias todavía imprevisibles.

La ruptura entre Trump y Musk no solo fue ruidosa, fue reveladora. En menos de un año, pasaron de compartir gorra y jet presidencial a intercambiar amenazas y acusaciones potencialmente explosivas. Lo que comenzó como una curiosa colaboración terminó siendo una batalla campal entre egos, intereses divergentes y visiones irreconciliables.

Musk, en su fugaz paso por el gobierno como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), no solo fue un aliado simbólico de Trump, sino un importante engranaje en su discurso de “limpiar” al Estado. Durante ese periodo, Musk gozó de un acceso sin precedentes, desde el dormitorio Lincoln hasta las reuniones del gabinete. La relación era tan cercana que el presidente incluso le compró un Tesla para adornar la entrada de la Casa Blanca.

El detonante del colapso fue la crítica pública de Musk al llamado “Enorme y Hermoso Proyecto de Ley” de Trump, al que calificó como una “repugnante abominación”. La respuesta del presidente fue inmediata y brutal. Amenazó con cortar los contratos gubernamentales con las empresas de Musk, lo cual provocó una caída inmediata en las acciones de Tesla. Musk, fiel a su estilo, respondió con sarcasmo y una bomba informativa: sugirió que Trump aparece en los archivos ocultos del caso Epstein.

La pelea digital fue más que una disputa personal; fue un espectáculo global transmitido en vivo desde X y Truth Social. Lo que está en juego es más que una amistad rota, es el futuro de dos imperios. Trump, que busca asegurar la lealtad de sus donantes más poderosos, mostró que ni siquiera el hombre más rico del mundo está exento de represalias. Musk, por su parte, reveló que su apoyo a Trump no era ideológico, sino transaccional.

Este choque de personalidades deja lecciones. Primero, que la política hecha a base de impulsos y redes sociales es inherentemente volátil. Segundo, que ni la riqueza ni el poder protegen de las dinámicas tóxicas cuando ambos se combinan con egos sin límites. Y tercero, que la ruptura podría tener repercusiones reales en la economía, la política y la percepción pública de ambas figuras.

Trump y Musk fueron aliados por conveniencia. Ahora son enemigos por orgullo. Lo que era una alianza disruptiva terminó siendo una advertencia: cuando se mezclan intereses personales con poder estatal, la explosión no solo es inevitable, sino escandalosa y con repercusiones públicas.

Erick Olivera Méndez
  • lexnova@erickoliveramendez.com.mx
  • Ciudad de méxico
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